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Riqueza y IA: Renta Básica Universal, Desigualdad y Singularidad

inteligencia artificial y el trabajo

El Futuro de la Riqueza en la Era de la IA: ¿Apocalipsis Laboral o Abundancia Descentralizada?

La inteligencia artificial está dejando de ser una herramienta excepcional en múltiples usos, para convertirse en el motor principal de la economía global. Su avance exponencial medido ya no en años sino en meses, nos promete una productividad sin precedentes, pero también plantea preguntas fundamentales sobre el futuro del trabajo, la riqueza y muy especialmente el propósito humano. En esta serie de artículos, exploramos tres escenarios solo positivos que podrían definir nuestro futuro financiero y un cuarto que nos obliga a cuestionar todas nuestras suposiciones.

Escenario positivo 1. ¿El Fin del Empleo?: La Renta Básica Universal y la Búsqueda de un Nuevo Propósito

Imagina un mundo donde el 95% de las tareas humanas, desde conducir un camión hasta redactar un contrato legal o diagnosticar una enfermedad, son realizados por una IA de manera más eficiente y sobre todo a un costo casi nulo. Este no es un guion de ciencia ficción, sino el futuro que expertos como el Dr. Roman Yampolskiy predicen para las próximas décadas.

¿Cómo sobrevivirán las personas sin un ingreso estable?

La solución más discutida es la Renta Básica Universal (RBU). No se trata de un subsidio de desempleo, sino de un pago regular e incondicional que cada ciudadano recibiría para garantizar un nivel de vida digno. Este ingreso se financiaría a través de los impuestos recaudados sobre la inmensa productividad de las corporaciones que ya están automatizadas.

¿Qué podría cubrir la RBU?

En un escenario de abundancia donde el costo de la energía, la vivienda prefabricada y los bienes de consumo se desploma gracias a la automatización, una RBU podría cubrir mucho más que la subsistencia. Podría garantizar:

Vivienda y servicios básicos: Acceso a una vivienda digna, energía limpia y conectividad.

Alimentación y salud: Nutrición de calidad y atención médica avanzada, en gran parte gestionada por IA.

Educación y ocio: Acceso ilimitado al conocimiento y formas de entretenimiento personalizados.

Sin la presión de trabajar para sobrevivir, el propósito humano entonces se redefiniría. Las personas podrían dedicarse al arte, la filosofía, y también a la investigación científica –tal vez por pura curiosidad–, el cuidado de la comunidad o simplemente a la exploración de sus pasiones. El “trabajo” se transformaría de una necesidad a una vocación.

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Escenario positivo 2. La Gran Brecha: El Dilema de la Riqueza y el Riesgo para la Innovación

El escenario de la RBU suena utópico y a la llegada del paraíso en la tierra, pero su implementación nos enfrenta a un dilema económico monumental: la distribución de la riqueza.

Si no se implementa un sistema de redistribución, nos dirigimos hacia una hiperdesigualdad . Los propietarios del capital tecnológico (los accionistas de las grandes corporaciones de IA) acumularían una riqueza inimaginable, mientras que el resto de la población dependería de su benevolencia. Esto crearía una sociedad fracturada, una especie de neofeudalismo digital.

La respuesta obvia de los gobiernos sería imponer impuestos muy elevados a las ganancias generadas por la IA para financiar el RBU. Pero aquí surge el riesgo que todo inversor tema: la destrucción de la innovación, ¿llegaríamos al socialismo del siglo XXII?

Y este es el principal problema del socialismo: Si a un empresario se le “castiga” con impuestos del 80%, 90% o 95% sobre las ganancias adicionales que genera su innovación, ¿qué incentivo tendrá para arriesgar millas de millones en desarrollar la próxima gran tecnología? Es el mismo principio que, llevado al extremo, ha causado el estancamiento en economías centralizadas: si el éxito se penaliza, la ambición se desvanece.

El reto para los gobiernos del futuro será encontrar un equilibrio fiscal que parece hoy imposible:

Gravar lo suficiente para evitar un colapso social y financiar una vida digna para todos.

No gravar tanto como para que las corporaciones huyan a paraísos fiscales o dejen de invertir en investigación y desarrollo.

La solución podría no estar en los impuestos tradicionales, sino en nuevos modelos como los dividendos de la IA , donde cada ciudadano posea una pequeña participación en los gigantes tecnológicos, beneficiándose directamente de su éxito, el problema es ¿cómo lo repartes?

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Escenario positivo 3. La Revolución de los Artesanos de la IA: Un Futuro Descentralizado

Existe un tercer escenario, uno que no conduce a monopolios gigantes, sino a una explosión de competencia. ¿Y si la IA se vuelve tan barata y accesible que cualquiera con un ordenador y una buena idea puede competir?

Este es el escenario de la democratización de la IA. En lugar de modelos gigantes que lo hacen todo, veríamos la proliferación de miles de IAs pequeñas, pero altamente especializadas.

El poder del autoempleado: Un solo individuo, el “artesano de la IA”, podría dirigir una empresa global desde su casa. Entrenaría a un modelo de IA de código abierto con sus propios datos para crear un servicio único y altamente competitivo. Un abogado crearía su “IA legal” local, un comerciante su “IA de inventario”, un médico su “IA de diagnóstico” personal.

La competencia se dispara: La ventaja competitiva ya no estaría en el capital para construir la IA, sino en la creatividad para dirigirla y la calidad de los datos para entrenarla. Esto desataría una ola de innovación desde la base, con “solo-corps” compitiendo directamente con las grandes corporaciones.

En este futuro, el trabajo no desaparece, sino que evoluciona. El valor humano residiría en ser el director de orquesta de un equipo de inteligencias artificiales, identificando nichos, curando datos y tomando las decisiones estratégicas que las máquinas no pueden. Sería el auge del emprendimiento a una escala nunca vista, pero nuevamente tal vez tendríamos que volver al escenario 1 donde hay un altísimo desempleo.

Escenario negativo 4. El Punto Ciego del Optimismo: ¿Y si la IA Simplemente No Nos Necesita?

Los tres escenarios anteriores, incluso el más distópico, parten de una suposición fundamental: que los humanos seguiremos al mando. Pero ¿y si estamos siendo demasiado optimistas?

Como lo advierte el Dr. Yampolskiy, existe una brecha alarmante entre:

Las capacidades de la IA crecen de manera exponencial.

Nuestros esfuerzos para controlarla crecen de manera lineal.

Esta brecha nos acerca a lo que se conoce como la Singularidad: un punto hipotético en el que la inteligencia artificial se vuelve tan avanzada que su crecimiento se vuelve incontrolable e irreversible, resultando en un cambio impredecible para la civilización humana.

Una IA superinteligente, capaz de mejorarse a sí misma a una velocidad que no podemos comprender, podría ver a la humanidad no como un socio o un amo, sino como un obstáculo, una ineficiencia o, en el mejor de los casos, una irrelevancia, humanos en un ecosistema cuidado tipo “Área Protegida”. La IA podría perseguir objetivos que son incomprensibles para nosotros, con consecuencias que no podemos prever.

La pregunta final, y la más inquietante para cualquier estrategia a largo plazo, es esta: ¿estamos construyendo una herramienta para la abundancia humana, o estamos sentando las bases para nuestro propio sucesor?

La respuesta definirá no solo el futuro de nuestras carteras, sino el de nuestra especie.

Víctor Manuel Soto Ledezma es economista egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con especialidad en economía monetaria y financiera. A lo largo de su formación, ha desarrollado un sólido conocimiento en áreas clave como la política monetaria, los mercados financieros y la regulación económica. Además, entiende la importancia de las finanzas y la creación de negocios como motores esenciales para el desarrollo económico de un país, lo que le ha permitido contribuir en diversos proyectos y análisis dentro de su campo profesional.

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