
Durante años –en especial alrededor de 2015– se repitió la idea de que México y China competían por el mismo mercado: Estados Unidos.
México era “la China de América Latina”: mano de obra más barata que la estadounidense, cercanía geográfica, TLCAN/USMCA y una base industrial maquiladora consolidada.
Pero conforme han pasado los años, los datos muestran algo incómodo:
México en realidad nunca estuvo compitiendo en serio con China, al menos no en el terreno que realmente importa en el siglo XXI: la capacidad de generar conocimiento, tecnología y una creatividad a gran escala.
Las gráficas PISA de México, de las provincias chinas que participan en la prueba, la comparación con Estados Unidos y el promedio de la OCDE lo dejan muy nuy claro.
1. PISA como radiografía de futuro productivo
Las pruebas PISA no miden si los alumnos se memorizaron el libro de texto, sino su capacidad para aplicar lectura, matemáticas y ciencias a problemas nuevos. Es, en el fondo, un termómetro de:
- capacidad para aprender cosas complejas,
- resolver problemas no rutinarios
- y trabajar con información cuantitativa.

Gráfica 1 Fuente: Elaboración propia con datos de la OCDE, PISA 2018 Results (Volume I) y notas de país de México, y de PISA 2022 – Education GPS, México.
Eso es exactamente lo que determina la productividad, la innovación y el tipo de empleo que un país puede sostener.
- En la Gráfica 1 (México 2000–2022) ves un patrón claro:
un pequeño avance entre 2003 y 2009 y luego estancamiento, seguido de una caída fuerte en 2022. México se mantiene muy por debajo del promedio de la OCDE en las tres áreas. - En la Gráfica 2 (China: Shanghai / B-S-J-G / B-S-J-Z) la historia es otra:
desde que entra a PISA en 2009, esas provincias se colocan directamente en la parte más alta del mundo, con puntajes que superan con holgura a la mayoría de los países desarrollados. - En la Gráfica 3 las tres versiones (comparativa México–China–Estados Unidos–OCDE) se ve brutalmente que China juega en otra liga, mientras México se mueve alrededor o por debajo del promedio latinoamericano, y muy por debajo de Estados Unidos y del promedio de la OCDE.

Gráfica 2 Fuente Elaboración propia con datos de la OCDE: PISA 2018 Results (Volume I), nota de país B-S-J-Z (China) y base de datos PISA 2009, 2012 y 2015.
Grafica 3, tres versiones para Matematicas, Ciencia y Lectura



Fuente: Elaboración propia con datos de la OCDE (PISA 2009, 2012, 2015, 2018 y 2022) para México, Estados Unidos y China (Shanghai y conglomerados B-S-J-G / B-S-J-Z), así como del promedio de la OCDE, a partir de las bases de datos PISA y las notas de país correspondientes.
En otras palabras:
Mientras en México seguimos (el gobierno) discutiendo si “PISA es neoliberal”, China ya está formando y desde hace mucho, en masa y a gran escala, a los ingenieros, matemáticos y científicos que compiten con Silicon Valley, Alemania o Japón.
2. De “solo copian” a diseñar el futuro
Durante mucho tiempo, la crítica fácil contra China fue:
“Solo copian, no innovan” “Lo hecho en China es barato y chafa”
Más allá de que esas frases ya eran discutibles, para hoy es completamente insostenible.
- Aun para copiar bien necesitas gente capacitada.
Replicar un producto manufacturero, desarmar un dispositivo, clonar un software, todo eso exige técnicos, ingenieros y operarios con competencias altas en matemáticas, física, procesos industriales y programación. No lo haces con mano de obra “cualquiera”. - China entendió que la copia era una etapa, no un destino.
Invirtió décadas en:- Expansión masiva de la educación superior,
- Carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas),
- Investigación y desarrollo,
- Ecosistemas de innovación alrededor de ciudades como Shenzhen, Shanghai o Beijing.
- Hoy China ya no solo ensambla: diseña.
Autos eléctricos, baterías, telecomunicaciones 5G, paneles solares, comercio electrónico, inteligencia artificial…
Eso solo se logra con una abundancia de profesionales por encima del promedio, tanto en cantidad como en calidad.
Y si vuelves a la Gráfica 2, entonces todo es coherente:
Las provincias chinas en PISA no solo están arriba, están muy arriba del promedio de la OCDE, mientras México se mantiene varios escalones abajo.
3. México: becas sin bases académicas
En contraste, México ha ido construyendo un discurso donde la ciencia y las matemáticas son sospechosas porque suenan a “ciencia neoliberal”.
El foco de la política social reciente se ha desplazado hacia:
- Transferencias de dinero (becas y apoyos) a niños y jóvenes,
- Mientras se debilita la exigencia académica:
- no reprobar en los primeros grados,
- calificaciones mínimas de 6,
- sistemas de evaluación desmantelados o suavizados,
- y planes de estudio que diluyen el peso explícito de matemáticas y ciencias.
El resultado lo ves reflejado en las pruebas y en la realidad cotidiana:
- Deserción por falta de bases, no solo por dinero.
Muchos jóvenes no dejan la escuela porque no haya una beca, sino porque no entienden matemáticas ni lectura a partir de media superior.
Arrastran lagunas desde primaria, sienten que “no sirven para la escuela” y desertan en bachillerato o en los primeros semestres de universidad. - Clases que no construyen competencias.
Sin una política fuerte de formación docente en matemáticas y ciencias, los salones de clase se llenan de:- memorización sin comprensión,
- fórmulas sin contexto,
- tareas mecánicas que no preparan para problemas reales.
- Un país que se resiste a medir.
Cada vez que la evaluación detecta que no estamos aprendiendo lo suficiente, la reacción política dominante no es “¿cómo mejoramos?”, sino “¿cómo descalifico al indicador?”.
Y de nuevo, las gráficas PISA son muy claras:
México no solo está por debajo, se está alejando del promedio de la OCDE, mientras China se mantiene en la parte alta del mundo.
4. Competir sin ciencia es competir solo con salarios
La idea de que México compite con China por el mercado de Estados Unidos parte de un supuesto muy limitado:
que la competencia es solo por costos laborales y ubicación geográfica.
- México tiene la ventaja del USMCA y la cercanía física.
- China tiene la ventaja de una enorme base de talento técnico, cadenas de valor integradas, capacidad de ingeniería y una política industrial agresiva.
Cuando tu educación forma a millones de jóvenes con bajas habilidades en matemáticas, ciencias y lectura, tu única carta real para competir es:
- mano de obra barata,
- reglas laxas
- y ventajas geográficas.
Eso te deja atrapado en el rol de maquilador, de “fábrica de bajo valor agregado”, mientras que el diseño, la tecnología, el software, los patentes y las decisiones estratégicas se quedan en otro país.
Por eso es engañoso hablar de que “México y China compiten por el mismo mercado”.
En términos de valor agregado, innovación y complejidad productiva, México ni siquiera ha logrado colocarse en la misma categoría.
5. ¿Qué tendría que cambiar México para competir de verdad?
Si México quiere dejar de competir solo en salarios y empezar a competir en productividad, creatividad e innovación, el camino es duro, pero bastante claro:
- Tomarse en serio las matemáticas y las ciencias desde primaria.
No como castigo ni como filtro elitista, sino como lenguajes básicos para entender el mundo.
Eso implica:- libros de texto serios, sin sesgos ideológicos,
- formación intensiva de maestros,
- materiales bien diseñados,
- y clases que relacionen los conceptos con problemas reales.
- Restablecer una cultura de evaluación.
PISA, PLANEA y otras mediciones no son enemigos del pueblo; son radiografías.
Sin diagnóstico no hay política seria. Hay que:- medir,
- publicar resultados,
- y usar esos datos para apoyar a las escuelas que más lo necesitan.
- Conectar la educación media y superior con una estrategia productiva.
No se trata solo de “tener más ingenieros”, sino de:- orientar carreras hacia sectores donde ya tenemos o podemos construir ventajas,
- fomentar ecosistemas de innovación local,
- apoyar empresas que hagan el salto de maquila a diseño propio.
- Cambiar la narrativa política.
Mientras sigamos escuchando que la ciencia, la evaluación o las matemáticas son “neoliberales”, seguiremos regalándole el futuro a otros países.
La verdadera soberanía no está en cerrar los ojos a los datos, sino en usar la ciencia y la educación para construir más libertad y oportunidades.
Conclusión: la carrera que importa
A mediados de la década de 2010 se hablaba de la competencia México–China por el mercado estadounidense.
Hoy, con las gráficas de PISA en la mano, es más honesto admitir que:
- China lleva años corriendo una carrera de fondo en educación, ciencia y tecnología.
- México, en cambio, ha confundido redistribución de dinero con creación de capacidades, esa es política para obtener votos, no para desarrollo en capacidades.
Tenemos una buena noticia y una mala:
- La mala: con la trayectoria actual, México no está compitiendo realmente con China, solo ocupa un nicho de mano de obra y logística.
- La buena: todavía estamos a tiempo de cambiar de rumbo, pero eso exige dejar de pelear con los termómetros (PISA, OCDE, evaluación) y empezar a curar la enfermedad:
Un sistema educativo que no está dando a nuestros jóvenes las herramientas para jugar en la liga donde se decide el futuro económico del mundo.



