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Nobel de la Paz: El Conflicto Israelí y la Inversión en Capital Político

premio novel de la paz

En el gran mercado de la geopolítica, pocos “activos” son tan codiciados como el Premio Nobel de la Paz. Otorga prestigio, pule legados y, seamos sinceros, queda espectacular en la biografía de la persona ganadora. Pero, ¿cuál es su verdadero “retorno sobre la inversión” (ROI) para la humanidad? Si analizamos su historial, especialmente en la resolución de conflictos, los resultados se parecen más una cartera de alto riesgo que a un bono seguro, los resultados son más volátiles que las criptomonedas.


Premios por Apagar Fuegos: Los Nobel “Bomberos”

Desde su creación, el Comité Nobel ha tenido una inclinación por reconocer a aquellos que intentan detener guerras. Se reconoce que al menos 20 de estos premios han sido otorgados a individuos y organizaciones por sus esfuerzos directos en la mediación o fin de conflictos armados. Desde Theodore Roosevelt en 1906 por mediar en la guerra ruso-japonesa, hasta Juan Manuel Santos en 2016 por el acuerdo con las FARC en Colombia.

En teoría, es el máximo galardón por el máximo logro: salvar vidas. En la práctica, es el comienzo de la tragedia palestino-israeli.


El Conflicto Palestino-Israelí: La Franquicia Favorita del Nobel

Si el Premio Nobel de la Paz fuera un negocio, el conflicto palestino-israelí sería su franquicia más rentable y duradera. Ha generado una cantidad impresionante de premios y nominaciones, convirtiéndose en una parada casi obligatoria para cualquier actor regional o internacional que quiera un poco de brillo en su currículum.

Los premiados galardonados incluyen:

  • Ralph Bunche (1950): Por la mediación que llevó a los armisticios de 1949. Un buen comienzo.
  • Menachem Begin y Anwar Sadat (1978): Por los Acuerdos de Camp David. Hubo foto, apretón de manos y un tratado de paz. Parecía prometedor.
  • Yasser Arafat, Shimon Peres y Yitzhak Rabin (1994): Por los Acuerdos de Oslo. Más fotos, más apretones de manos y la promesa de una solución final que… bueno, todos sabemos cómo siguió eso.

Y la lista de nominados es aún más extensa y a veces, francamente, surrealista. Recientemente, hemos visto desfilar a periodistas palestinos, activistas de derechos humanos de ambos lados y, por supuesto, a políticos que no quieren quedarse fuera de la lista.


Nominaciones, Marketing y el “Efecto Trump”

Hablando de políticos, no podemos ignorar al maestro del marketing personal: Donald Trump. Ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz en múltiples ocasiones desde 2018. ¿Sus méritos? Principalmente los “Acuerdos de Abraham”, que normalizaron relaciones entre Israel y algunos países árabes.

Trump, con su muy “particular modestia” –por supuesto es ironía–, ha declarado en repetidas ocasiones que él merece el premio por haber “terminado siete guerras”. ¿¿?? Aunque los hechos de esas afirmaciones son… digamos siendo benévolos, muy flexibles, pero su caso ilustra a la perfección el punto central: la nominación al Nobel se ha convertido en una herramienta de relaciones públicas. Es una forma de validar políticas internacionales y, sobre todo, de construir una narrativa de un “estadista pacificador”, sin importar cuán volátil sea la “paz conseguida”.


Conclusión: ¿Un Premio para la Paz o para los Políticos?

Aquí es donde la sátira ya se escribe sola. Décadas de premios Nobel enfocados en el conflicto palestino-israelí. Héroes y villanos (dependiendo a quién le preguntes) han subido al podio en Oslo, han dado discursos conmovedores y por supuesto han cobrado el cheque.

¿El resultado? El conflicto no solo sigue activo, sino que a menudo escala a niveles peores que antes, cada vez hay más descaro, cinismo y más odio y de las dos partes.

Visto a través del lente cínico de un analista financiero, parece que el “proceso de paz” ya es una industria en sí misma. Una industria que produce nominaciones, premios, prestigio y carreras políticas muy bien pulidas. El producto final, la “paz duradera”, pues parece ser opcional, claro un detalle menor en el prospecto de inversión.

Quizás el Comité Nobel debería cambiar sus criterios. En lugar de premiar “esfuerzos de paz”, podrían empezar a premiar resultados verificables y auditados. Pero claro, eso arruinaría el negocio para muchos, ¿no es así? 😉

Víctor Manuel Soto Ledezma es economista egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con especialidad en economía monetaria y financiera. A lo largo de su formación, ha desarrollado un sólido conocimiento en áreas clave como la política monetaria, los mercados financieros y la regulación económica. Además, entiende la importancia de las finanzas y la creación de negocios como motores esenciales para el desarrollo económico de un país, lo que le ha permitido contribuir en diversos proyectos y análisis dentro de su campo profesional.

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